La pandemia de COVID-19 ha generado un tsunami de información falsa, confusa e incluso peligrosa. La DW Akademie habló con la Dra. Sylvie Briand, principal experta en infodemia de la Organización Mundial de la Salud.
DW Akademie: Dra. Briand, la Organización Mundial de la Salud (OMS) acuñó el término "infodemia" en el contexto de la crisis de COVID-19 para designar una sobreabundancia de información que trae consigo una ola de desinformación. ¿Qué aspecto es el que más llama su atención?
Dra. Sylvie Briand: La infodemia es un fenómeno que vemos en cada epidemia. Con el rápido incremento de casos de una enfermedad, se da un acelerado aumento de información. Y aunque se genera buena información, también se producen rumores y noticias falsas. Es algo que ya hemos visto con otros brotes, como los de ébola. La gente decía, por ejemplo, que el ébola no existía, o se negaba a ir a los centros de tratamiento porque se rumoreaba que allí mataban a la gente para tomar sus órganos y enviarlos a otros países.
La novedad con el COVID-19 es que hay más personas y más países afectados, y todo está más digitalizado. Esto permite que los rumores y las noticias falsas viajen más rápido y más lejos. La intensidad de este fenómeno puso en evidencia la necesidad de generar nuevas herramientas y enfoques distintos a los anteriores en los sistemas de comunicación.
¿Qué estrategias han tenido éxito hasta ahora?
En primer lugar, escuchar a la gente. Tenemos que entender cuáles son sus preguntas y preocupaciones. Debemos responder a estas inquietudes y proporcionar información adecuada en el momento oportuno en un formato conveniente.
En segundo lugar, comunicar el riesgo y esclarecer la ciencia. La ciencia evoluciona muy rápido y puede llegar a ser confusa. Nuestro papel es explicarla de manera que sea comprensible para la gente. Incluso hacerle comprender a las personas que hay cosas que no sabemos, y eso es normal. El público tiene que entender lo que no sabemos, para que ese vacío no se llene con noticias falsas.
¿Y qué hay de la desinformación?
Las noticias falsas hay que combatirlas y los mitos desmontarlos. Cuando hay información errónea, lo primero es comprobar los hechos y replicar con buena información. La desinformación es la que tiene detrás una intención nociva, y es necesario contrarrestarla porque tiene un impacto muy negativo en la salud de las personas. Por ejemplo, en Irán, se difundió el rumor de que el metanol podía curar el COVID y más de 400 personas murieron por ello. Así qu,e a veces, la infodemia puede matar. Y esto es lo que queremos evitar.
Activando la voz de la gente: con apoyo profesional, los jóvenes aprenden a evaluar de manera crítica la información y los medios de comunicación
¿Cómo construir confianza?
La clave es comprometerse con la gente y darle una voz para que se exprese, porque necesita ser escuchada. La gente debe estar capacitada para encontrar soluciones. Por ejemplo, estamos trabajando muy estrechamente con asociaciones de jóvenes para adaptar nuestros mensajes al lenguaje de las nuevas generaciones. Ellos tienen una forma diferente de hablar, de conversar y de reunir información.
¿Hasta qué punto adaptan sus mensajes para que sean entendidos y aceptados en diferentes contextos culturales?
En la OMS definimos la estrategia y el tipo de mensajes que consideramos importantes, y nuestros colegas de las oficinas regionales en diferentes países los traducen a las lenguas locales o a los contextos locales. Estamos trabajando conjuntamente con todo tipo de organizaciones religiosas, por ejemplo, analizando los riesgos que conllevan las reuniones religiosas, para que ellos puedan aplicar medidas que las hagan más seguras y no tengan que cancelarlas por completo.
¿Qué factores, que ayuden a enfrentar la infodemia actual, ha podido identificar con el análisis del ecosistema informativo de una sociedad?
Creo que la mejor estrategia es involucrar a la población. Cuando la población entiende qué se debe hacer para detener la transmisión, todo funciona mucho mejor. Divulgar información desde arriba con un enfoque "top-down" es necesario pero no suficiente. También hay que escuchar lo que dice la gente, tener un enfoque "bottom-up". Este diálogo bidireccional es lo que mejor funciona.
Suprimir la comunicación es contraproducente. Por lo general, esto refuerza precisamente lo contrario de lo que se busca, porque genera un vacío que se llena inmediatamente con una teoría de conspiración, con noticias falsas o con otras cosas.
¿Qué papel desempeñan el periodismo tradicional y las organizaciones de medios de comunicación en este diálogo bidireccional?
Los medios de comunicación son muy, muy importantes. Los considero un aliado durante las enfermedades epidémicas. Los medios de comunicación tradicionales tienen la confianza de la población y, usualmente, han establecido una relación a largo plazo con la gente. Sin embargo, como las cosas se mueven tan rápido durante una pandemia, no siempre tienen tiempo para analizar y verificar la información en profundidad.
Uno de los problemas que tenemos durante una pandemia es que no hay suficientes periodistas especializados. De repente, el encargado de deportes tiene que informar sobre COVID-19. Por eso, debemos capacitarles desde el inicio mismo de una pandemia, para que entiendan la diferencia entre un virus y una bacteria, por ejemplo, y así no cometan errores en sus artículos.
Los periodistas también necesitan interactuar con científicos y profesionales. Pero durante una crisis, los expertos especializados en el tema en cuestión no tienen tiempo para hacer declaraciones o ser entrevistados. Así que los periodistas acuden al experto que esté disponible en el momento y no necesariamente a alguien que sea realmente versado en el tema.
Las principales redes sociales han intensificado su compromiso para frenar la desinformación. ¿Cree que ha mejorado la situación a lo largo de este año?
Considero un avance el haber llegado a un acuerdo con ellas. Las redes sociales nos ayudan a difundir buena información, es decir, información que ayuda a proteger la salud de las personas. Información seleccionada, verificada y analizada por gente que realmente conoce el tema.
Pero, normalmente, las redes sociales tienen algoritmos que siempre le ofrecen a la gente el mismo tipo de información. Si alguien, por ejemplo, tiende a visitar una determinada página web, seguirá haciéndolo durante la pandemia. Estamos tratando de encontrar maneras de eludir esos algoritmos, para asegurarnos de que la gente pueda tener acceso a más información y no quede atrapada en cámaras de eco.
Los habitantes del campamento Rohinyá en Bangladesh son informados por megafonía. Los informes sobre el coronavirus se emiten desde un taxi.
¿En qué medida influyen las experiencias de epidemias anteriores en sus políticas actuales?
Es muy importante involucrar a la población. Muy a menudo ha ocurrido que la gente, y a veces los gobiernos, confunden el objetivo. El objetivo no es la gente, sino el virus.
Esta perspectiva es fundamental, pues hemos visto en muchos países que los brotes intensifican la estigmatización de grupos marginados, aumentan las fisuras y las desigualdades en la sociedad. De manera que gestionar la infodemia no es sólo proteger la salud, sino también proteger la sociedad y conservar su cohesión. Y es muy importante que la gente lo entienda. No basta con enfocarse en la salud, hay que tratar con toda la sociedad.
La Dra. Sylvie Briand es la Directora del Departamento de Preparación ante Peligros de Infección Globales, dentro del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS. Durante la pandemia de COVID-19, Briand lanzó la Red de Información sobre Epidemias de la OMS, EPI-WIN, cuyo objetivo es contrarrestar la difusión de información errónea sobre el coronavirus.
La OMS ofrece asesoramiento al público sobre COVID-19, incluyendo la corrección de afirmaciones falsas en torno a la enfermedad del coronavirus.
Esta entrevista ha sido editada para mayor brevedad y claridad y fue publicada por primera vez en #mediadev.