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Reducción de armas nucleares: 30 años del tratado Start II

Christoph Hasselbach
2 de enero de 2023

El 3 de enero de 1993, Washington y Moscú acordaron un amplio control de las armas nucleares, en el tratado Start II. No solo la guerra de Ucrania lo echó por tierra.

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Bush y Yeltsin, firmando el tratado START II .
Bush (izq.) y Yeltsin, en los tiempos en que se quería dejar atrás la carrera armamentista nuclear.Imagen: epa/dpa/picture-alliance

Cuando Boris Yeltsin y George Bush firmaron el tratado Start II para la reducción de armas nucleares de largo alcance, se manifestó la voluntad de dejar atrás la era de la carrera armamentista atómica. 30 años más tarde, el presidente ruso, Vladimir Putin, libra una guerra contra Ucrania e incluso amenaza con utilizar armas atómicas, mientras Estados Unidos y otros países occidentales apoyan a los ucranianos con armamento.

Edad de oro de la reducción de armamento

El START (Strategic Arms Reduction Treaty) apuntaba a reducir las armas estratégicas. Exigía el desmantelamiento de todos los misiles intercontinentales emplazados en tierra con varias cabezas explosivas. Además, contemplaba reducir el número de cabezas nucleares a un máximo de entre 3.000 y 3.500 por bando, hasta 2003.

El politólogo Johannes Varwick, de la Universidad de Halle, considera que era la edad de oro "del control bilateral de armamento, tras el término del conflicto este-oeste. Start II era tanto el resultado de una mejora de las relaciones políticas de ambas superpotencias como un motor para otras medidas para generar confianza”, explica a DW el especialista.

Su antecesor, el Start I, había sido impulsado todavía en tiempos de la Guerra Fría por Ronald Reagan, y fue suscrito luego por George Bush y Mijail Gorbachov  en 1991, cinco meses antes del desplome de la Unión Soviética. Entró en vigor a fines de 1994. Retrospectivamente resulta significativo que, en un protocolo adicional, tanto Bielorrusia como Kazajistán y Ucrania se comprometieran a entregar todas las armas atómicas que tenían de los tiempos soviéticos. Algo que hoy el gobierno de Kiev habría de lamentar.

El START II nunca entró en vigor

A diferencia del Start I, el Start II no llegó a entrar en vigor. Las tensiones entre Washington y Moscú habían vuelto a aumentar debido a intervenciones militares estadounidenses en Kosovo e Irak, y a la ampliación de la OTAN hacia el este. Rusia supeditó finalmente su ratificación a la permanencia del tratado ABM sobre limitación de sistemas antimisiles, de 1972.

"Cuando Estados Unidos abandonó en 2002 el tratado ABM, también el Start II murió”, afirma Henning Hoff, de la Sociedad Alemana de Política Exterior. Hubo aún algunas negociaciones, pero no prosperaron.

Pero Washington y Moscú mantuvieron el interés por la reducción del armamento nuclear. En 2002 se selló el Tratado de Moscú, que limitaba el número de cabezas nucleares a entre 1.700 y 2.200 por lado. Y finalmente se firmó el New Start, que entró en vigor en febrero de 2011 y aún está vigente.

Este tratado obliga a las partes a reducir sus cabezas nucleares a un máximo de 1.500 y el número de sistemas portadores, como misiles intercontinentales, submarinos atómicos y bombarderos, a 800 unidades. Están contempladas inspecciones de verificación. La última prolongación del tratado fue suscrita en 2021 por Vladimir Putin y Joe Biden, de modo que rige hasta 2026.

El único tratado que queda

En principio, esto no ha cambiado con la guerra de Ucrania. Rusia suspendió en agosto los controles de sus arsenales nucleares "transitoriamente”, alegando que las sanciones contra aviones rusos impiden que sus inspectores puedan volar a Estados Unidos. No obstante, Moscú aseguró que seguirá cumpliendo las disposiciones del tratado, que calificó como "importante instrumento para mantener la seguridad y la estabilidad internacional”.

De hecho, el New Start es el único tratado de reducción de armas nucleares que queda vigente entre Estados Unidos y Rusia.

Para Johannes Varwick, el "control de armamento parece una reliquia de tiempos pasados”. A su juicio, si se quiere avanzar en la materia, sería necesario una mejora de las relaciones políticas entre Estados Unidos, Rusia y China, lo que hoy parece utópico. "De lo que se trata entonces es de limitar los daños, y no de grandes visiones”.

(ers/el)