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¿Podrían otros países seguir el ejemplo checo?

Barbara Wesel
17 de octubre de 2021

Las recientes elecciones en República Checa muestran que una oposición unida puede hacer caer gobiernos de estilo autoritario. Hungría y Polonia podrían hacer lo mismo, opina Barbara Wesel.

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Andrej Babis, primer ministro de República Checa
Andrej Babis, primer ministro de República ChecaImagen: CTK Photo/Michal Kamaryt/dpa/picture alliance

Volver a una democracia liberal es posible. Las recientes elecciones parlamentarias en República Checa muestran que una oposición unida puede derrocar a un jefe de gobierno acusado de tendencias autocráticas y prácticas corruptas. La palabra clave aquí es "unidos", aunque también se necesita mucho sentido común, imaginación política y altruismo para la victoria.

El multimillonario primer ministro Andrej Babis fue derrotado por una oposición cuyo espectro iba desde la centro-izquierda hasta muy conservador.

Durante la campaña, los partidos de la oposición dejaron muy claro que anclarían la política checa en la Unión Europea. Esto tocó una fibra sensible.

Babis no pudo transformar completamente su país en una oligarquía privada. Sí es dueño de algunos de los principales medios de comunicación, pero no de todos. Tiene seguidores en el poder judicial y en las instituciones, pero no en todas partes. Por lo tanto, las condiciones para el retorno a una democracia liberal funcional eran todavía relativamente propicias.

Lo que fue fundamental es que todos los partidos anti-Babis trabajaron juntos, y bautizaron su alianza la "coalición de coaliciones". Se necesitó mucho sacrificio y la superación de los egos individuales para lograr esta unidad.

Barbara Wesel, corresponsal de DW
Barbara Wesel, corresponsal de DW

Propaganda en Netflix

En Hungría, donde las elecciones están programadas para 2022, la oposición está luchando por encontrar un grado similar de cooperación. Las condiciones para hacerlo son mucho más difíciles: el primer ministro Viktor Orbán ha destruido la prensa libre, socavado el poder judicial y estrangulado a la sociedad civil. Ha utilizado todos los instrumentos de poder a su disposición para transformar su país en una cleptocracia donde su camarilla puede ayudarse a sí misma.

Una película que se estrenará en Netflix a fines de octubre da una idea de la astucia y la maldad que los partidarios de Orbán ya están desplegando antes de la campaña electoral. Presentada como un thriller político, El costo del engaño cuenta la historia de cómo el gobierno socialista de 2004-2009 bajo el primer ministro Ferenc Gyurcsany terminó en desastre. Se describe al Partido Socialista como diabólico.

La agrupación es un miembro importante de la alianza de oposición que busca derrocar a Orbán en 2022. La esposa de Gyurcsany, Klara Dobrev, actualmente lidera la carrera para convertirse en la candidata opositora a primer ministro.

El primer ministro húngaro Viktor Orbán fue recibido en Praga en septiembre
El primer ministro húngaro Viktor Orbán fue recibido en Praga en septiembreImagen: CTK Photo/Katerina Sulova/dpa/picture alliance

Lucha de barro sin piedad

Según los medios británicos, la empresa que produjo la película no ha querido decir si había recibido financiamiento público. Sin embargo, en vista de la guerra de propaganda desatada contra ella y su partido, Dobrev debería ahorrarse a ella y a su familia el estrés y tomar una decisión sabia, que sería dejar el primer puesto en la lista de la oposición a su rival conservador.

La última campaña electoral en Hungría ya fue una lucha de barro sin piedad. ¿Cómo olvidar el antisemitismo desplegado por Orbán contra su antiguo patrón, George Soros, que invirtió una gran cantidad de fondos en apoyar la democracia en Europa central y del este? Ningún abismo moral es demasiado grande para el primer ministro húngaro.

Si la oposición quiere tener una oportunidad en tales condiciones, tiene que unirse y actuar sin miedo. Quizás las elecciones checas puedan servir de ejemplo alentador. Lo mismo aplica a Polonia, donde las elecciones están programadas para 2023. Las fuerzas de la oposición tendrán un poco más de tiempo para aprender de los éxitos y fracasos de sus vecinos, pero parecen tener un boleto ganador en la mano: la predisposición del electorado polaco hacia la Unión Europea. (rr/ju)