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La manera alemana para enfrentar la pandemia del coronavirus

Jens Thurau
19 de abril de 2021

¿Qué está haciendo mal Alemania exactamente? ¿Quién tiene la culpa de está desgracia? ¿Es acaso Angela Merkel, el federalismo y los estados federados? ¿O serán los negacionistas del coronavirus?, se pregunta Jens Thurau.

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Coronavirus Flensburg | Schild zur Maskenpflicht in Fußgängerzone
Imagen: Christian Charisius/dpa/picture alliance

En lo que parece una eternidad, mi solitario día de teletrabajo comienza revisando los números de incidencia y de vacunados. Son malas noticias. Luego realizo mi rutina pandémica diaria: mantengo la distancia, me pongo la mascarilla, no me reúno con nadie y me pongo en contacto con mis colegas por videoconferencia.

Lo más difícil es averiguar qué medidas contra el coronavirus rigen para el lugar donde vivo. Al igual que muchos vecinos, amigos, colegas y familiares, hace tiempo que realizo un confinamiento personal. Mis propias reglas y las de la mayoría de mis seres queridos, me atreveré a afirmar, son más estrictas que las oficiales.

Mientras tanto, mi país se hunde en el caos. Alemania, el país de la eficacia, la fiabilidad y la puntualidad. ¿Por qué? ¿Tienen la culpa la canciller y los virólogos? ¿Los negacionistas del coronavirus? ¿Los estados federados o la oposición? ¿El federalismo? No tengo esa sensación. Somos nosotros los culpables, la gente que vive en Alemania, nuestra mentalidad, si es que la tenemos. Tengo cuatro observaciones al respecto. Al fin y al cabo, en Alemania nos gustan los números antes de los párrafos.

1) Somos muy meticulosos con las normativas

Un hombre se presenta en un centro de vacunación y quiere inocularse voluntariamente con la vacuna de AstraZeneca, inicialmente destinada para los más jóvenes, pero que ahora se administra a personas mayores de 60 años. El hombre afirma que en tres días cumplirá esa edad. Sin embargo, le piden que se vaya porque no reúne el requisito etario, a pesar de que hay suficientes vacunas. Esto desató un tenso debate en el centro de vacunación sobre si esto es o no un exceso en el cumplimiento de las reglas. Pero no importa, el ser meticuloso se impone.

Lo que falta en Alemania es la valentía de interpretar las normas según su significado, de sobrepasar los límites, de permitir que prevalezca el sentido común. En medio de la tercera ola de la pandemia, nos permitimos un debate sobre el programa de vacunación y su estricto cumplimiento, e ignoramos que cientos de miles de dosis siguen sin ser usadas. Así es Alemania.

2) Nos quejamos mucho

Muchos otros países se han visto mucho más afectados por la pandemia. Estamos debatiendo ferozmente sobre el confinamiento, que no es nada comparado con las medidas de otros países. Durante semanas los portugueses y los españoles casi no pudieron salir de sus casas; en medio de un alza de contagios, a principios de marzo, decidimos tomar medidas para relajar la situación. Pero parece que nadie puede tenerlo tan mal como nosotros.

3) Nos cuesta mucho la digitalización

Thurau Jens Kommentarbild App
Jens Thurau, periodista de DW.

Todos los estudios internacionales lo demuestran: cuando la burocracia y la administración están digitalizadas, el virus se aleja efectivamente. Alemania lo está pasando mal. ¿Por qué? Porque parece que no lo necesitamos. Construimos autos de lujo, máquinas caras, desarrollamos la (por supuesto) mejor vacuna del mundo, y seguimos estando muy por delante en las exportaciones. Nuestro sistema social es líder en el mundo. Por lo tanto, creemos que no necesitamos digitalizar nuestras vidas.

Tenemos grandes preocupaciones por la privacidad. Claro, todos tenemos teléfonos inteligentes. Pero mis hijos, totalmente digitalizados, me llevan a diario a otro mundo que la canciller no hace mucho llamó "territorio inexplorado". A menudo me quitan el teléfono, algo molestos, y me instalan la nueva aplicación en segundos. Es una vergüenza. En Alemania ya no somos tan eficientes.

4) Queremos regular todo, hasta el más mínimo detalle

Si alguna vez vamos a crear nuevas normas, hagámoslo bien. Gran parte de la literatura fiscal mundial está escrita en alemán. ¿Por qué? Porque tenemos leyes fiscales que quieren tener en cuenta todos los pequeños aspectos posibles de la vida. En la pandemia reaccionamos de forma similar.

El colega Sascha Lobo destacó una reglamentación sobre el uso de mascarillas que encontró en Hamburgo y que decía específicamente: "En la plaza Alma-Wartenberg-Platz, incluida la Bahrenfelder Straße, en el área comprendida entre los números de casa 135 y 146, respectivamente".

Habrá un tiempo después de la pandemia. Entonces, Alemania estará mejor que la mayoría de los países del mundo. Otra vez. Estoy imprimiendo este comentario ahora, lo meto en una funda de plástico transparente y lo guardo en mi carpeta de archivos DW. Así es como lo hacemos en Alemania. (ju/dzc)