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Guerra en Siria: la vida en Idlib depende de un paso

Diana Hodali
25 de junio de 2021

Millones de personas en la provincia siria de Idlib reciben alimentos a través de un solo paso fronterizo. El mandato de la ONU que regula la apertura expirará pronto. Si no se amplía, se avecina otro desastre.

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Niñas y mujeres refugiadas sirias piden mantener abierto el paso fronterizo de Bab al-Hawa.
Niñas y mujeres refugiadas sirias piden mantener abierto el paso fronterizo de Bab al-Hawa.Imagen: Khalil Ashawi/REUTERS

El paso fronterizo sirio-turco de Bab al-Hawa, en el noreste de Siria, está a unos 40 kilómetros de la ciudad de Idlib. Huda Khayti, directora del Centro de Mujeres de Idlib, viaja allí varias veces a la semana para abastecer de suministros de socorro a las personas que viven en los  campos de refugiados  de la zona fronteriza. Desde hace años, los desplazados internos sirios se refugian allí en tiendas de campaña precarias condiciones humanitarias. "No tienen voz. El mundo no los ve. Y si no llega ayuda morirán de hambre o de enfermedades", clama Huda Khayti.

El régimen de Damasco y Moscú quieren cerrar el paso

El cese de la ayuda es un peligro real. Esto se debe a que el mandato de la ONU que proporciona la base para las entregas de ayuda a la región de Idlib está a punto de expirar. En 2014, el Consejo de Seguridad de la ONU decidió abrir cuatro puestos fronterizos al noroeste de Siria para abastecer de productos de primera necesidad a la población del último bastión rebelde que queda en Siria.

El mandato tuvo que ser renovado una y otra vez. Sin embargo, Siria y su aliado más cercano, Rusia, se oponen cada vez más. En 2020, se llegó a un compromiso de mínimos cuidadosamente alcanzado para mantener abierto sólo el paso fronterizo de Bab al-Hawa durante un año. Ese plazo termina ahora el 10 de julio.

Bab al-Hawa, paso fronterizo entre Turquía y Siria.
Bab al-Hawa, paso fronterizo entre Turquía y Siria.Imagen: Khalil Ashawi/REUTERS

En la provincia de Idlib viven unos cuatro millones de personas, de las cuales más de un millón viven en campos de refugiados. Muchos de ellos ya han huido dentro de Siria varias veces. Desde que se aprobó la resolución en 2014, a las organizaciones de ayuda les resulta cada vez más difícil hacer llegar alimentos y medicamentos a la población. Unos 1.000 camiones al mes siguen pasando por el único paso fronterizo de Bab al-Hawa que queda en la actualidad, según Naciones Unidas. Alrededor del 75% de los cuatro millones de habitantes de la provincia de Idlib dependen de la ayuda humanitaria, según informa la oenegé Human Rights Watch (HRW). Sólo quedan tres hospitales en funcionamiento, las cifras de contagio por COVID crecen, y hasta ahora sólo han llegado unas pocas dosis de vacunas. Tanto Human Rights Watch como la ONU temen lo peor si se cierra Bab al-Hawa.

Para refugiados no hay alimentos ni vacunas, pero sí bombas

"Sin alimentos ni medicinas, y sin vacunas contra el coronavirus, esto terminará en otra catástrofe humanitaria de la guerra en Siria. ¿Y si nos bombardean? ¿Cómo se atenderá entonces a los heridos, a los enfermos, a los infectados con el COVID?", dice Huda Khayti con desesperación. "¿Cómo es posible que nuestros suministros humanitarios estén en juego?" Durante semanas, Assad y sus aliados rusos han bombardeado el sur de la región de Idlib, en particular Jabal al-Sawiyeh.

En reunión del Consejo de Seguridad de la ONU en mayo, Rusia rechazó de nuevo una prórroga del paso fronterizo. Por su parte, el Secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, instó a la apertura de un segundo paso fronterizo para permitir que llegue más ayuda al último bastión rebelde.

Turquía: refugiados sirios sin esperanza

"Un puesto de control es, de facto, lo mínimo", dice Till Küster, coordinador para Siria de la organización Medico International, y agrega que, en realidad, "deberían reabrirse más puestos de control". Debido a la devaluación de la libra siria, "los precios de los alimentos, el combustible y otros bienes de uso cotidiano ya se han disparado”, agrega Huda Khayti.

Rusia ejerce presión y Assad solo ayuda a los suyos

"Rusia está jugando juegos de poder con Occidente", afirma Bente Scheller, experta en Siria y jefa de la sección de Oriente Medio y Norte de África de la Fundación Heinrich Böll, de Berlín, cercana al partido Los Verdes.

En principio, la ONU sólo puede actuar en un país miembro con el consentimiento de su gobierno, y esto también se aplica a Siria. Como potencia protectora de Assad, Rusia lleva tiempo presionando para que toda la ayuda se canalice a través de Damasco. El régimen, que sólo proporciona ayuda a los grupos leales a Assad, ganaría más influencia cerrando Bab al-Hawa, y podría reconquistar el último bastión rebelde presionando a la población. Además, la legitimidad de Assad se vería reforzada.

(jov/cp)