G20 en Argentina: entre la esperanza y el escepticismo

Las máquinas de "Industrias Klammer” están paradas desde hace años. No porque estén dañadas, sino porque no hay nadie que las ponga a funcionar. Hace treinta años, una pareja alemana fundó una tornería en San Martín, un barrio del Gran Buenos Aires. Una empresa que en los buenos tiempos llegó a tener hasta 12 empleados. Ahora solo queda uno. "China es ahora la que fabrica gran parte de nuestros productos; más baratos y en mejores condiciones laborales que las que nosotros podemos ofrecer”, reconoce Juan Beck, de 70 años, fundador de la empresa. 

Después de décadas de trabajo, los ingresos de este empresario y su esposa Gertrud son equivalentes a un salario mínimo. Así, la familia apenas puede sobrevivir. "Ya no podemos comprar ni ropa nueva”, cuenta Gertrud, y agrega: "Mi nieto anda con pantalones remendados”.

Las pequeñas empresas desaparecen

Pero el triste destino de Industrias Klammer también afecta a las familias de sus antiguos empleados, como Eduardo García, quien fue despedido después de 28 años de trabajo. Y a sus 55 años, es muy difícil encontrar empleo. Como muchos argentinos, Eduardo apenas logra sobrevivir conduciendo un taxi de Uber. "Tanto el de Macri como los de los Kirchner han sido gobiernos en contra de la pequeña y mediana empresa, el sector que más trabajo le da a los argentinos”, destaca García.

La Unión Industrial Argentina (UIA) propone al Gobierno medidas de apoyo a los pequeños empresarios, como reducir la carga fiscal, por ejemplo. Los altos impuestos fueron una de las causas de la ruina de Industrias Klammer. "Eso, y la constante devaluación del peso argentino”, agrega Juan Beck.

"Fuera el FMI, fuera el G20”

Argentina se encuentra en una profunda crisis económica y depende de la ayuda externa: de préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial. Miles de argentinos llevan meses protestando contra la precariedad, también en la Cumbre del G20, que se celebra por primera vez en un país sudamericano.

El FMI, que juega un papel importante en esta Cumbre, le otorgó en septiembre un nuevo préstamo de mil millones de dólares a Argentina. El G20 se creó originalmente para resolver las crisis financieras mundiales, "pero en realidad, la cumbre no le ayuda a nadie”, apunta Luciana Ghiotto, de ATTAC Argentina, que protesta junto con otras organizaciones de derechos humanos. "Argentina hace de buena alumna del FMI, pero la visita de Christine Lagarde y la realización de la cumbre del G20 en Buenos Aires es para muchos una provocación", añade la activista. 

Ponerse al día con los nuevos acuerdos internacionales

El gobierno de Macri espera que la cumbre le inyecte al país nuevos ánimos y atraiga la atención. Pocos días antes de la reunión, Buenos Aires firmó nuevos acuerdos, como, por ejemplo, uno de exportaciones de carne a Estados Unidos. Miguel Braun, Secretario de Política Económica, también ve la Cumbre como una "gran oportunidad para el turismo”, y cree que Argentina puede presentarse como un "mediador honesto en una situación global muy compleja y de grandes divergencias”.

Pero en las calles de Buenos Aires son pocos los que creen que la Cumbre pueda hacer cambiar algo. Los gastos del encuentro se estiman en unos 200 millones de dólares. "El dinero debería ser invertido en educación, que es donde se necesita con urgencia", dice la estudiante de 25 años Mariana Arboledas, quien "lo único que espera es que esta Cumbre no termine en un gran caos, como el año pasado en Hamburgo”.

(JOV/CP)

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