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Elecciones europeas: hay dinero, mucho dinero, en juego

17 de mayo de 2019

Las diferencias dentro de la UE son profundas. La división suelen darse entre los países del norte y los del sur. El centro del conflicto es el dinero. El próximo presupuesto será decidido por el nuevo Parlamento.

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Imagen: picture-alliance/dpa/P. Seeger

Poco se habla del dinero en la campaña electoral europea, pese a que será el nuevo Parlamento el que tendrá que ver el marco presupuestario de la Unión Europea para los años 2021-2027. El borrador del Comisario de Presupuestos, Günther Oettinger, está hace rato sobre la mesa. Ya fracasó la idea de aprobarlo antes de las elecciones. Las posiciones entre los estados que ponen el dinero y los que lo reciben están muy distanciadas. Si los vamos a dividir de alguna manera, los que pagan tienden a estar hacia el norte y el este, mientras que las economías más débiles se ubican en el oeste y el sur de la Unión.

¿Norte contra el sur?

A menudo a esto se le llama "conflicto norte-sur". Janis Emmanouilidis, experto en temas de la UE del think-tank Centro de Política Europea, llama la atención sobre esa forma de leer la realidad. "Hay diferencias marcadas y distancias dentro de los países miembros de la Unión. Hay que ser muy cuidadosos y no presentar las cosas de maneras simplistas", aconseja. La batalla por el presupuesto será compleja, como adelantó Oettinger durante la presentación de su plan el año pasado: "Hay algunos países que dicen que el presupuesto es demasiado alto, y otros se oponen con vehemencia a la reducción del presupuesto agrícola".

Mark Rutte.
Mark Rutte. Imagen: AFP/Getty Images/L. Marin

Oettinger tiene que financiar nuevos programas, como los de protección de fronteras y Defensa, al mismo tiempo que Gran Bretaña se está desembarcando de la UE, dejando tras de sí una brecha presupuestaria de unos 10 mil millones de euros. Oettinger espera compensar la mitad de ese dinero con ahorro, mientras que la otra mitad pretende conseguirla a través de contribuciones más elevadas de parte de Alemania, Francia, Holanda, Italia, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Austria, Bélgica e Irlanda. El primer ministro holandés, Mark Rutte, está totalmente en contra de un aumento en las cuotas. El canciller de Austria, Sebastian Kurz, lo apoya. Ambos deben mantener a raya a los populistas en sus respectivos países, esos que alimentan un sentimiento de malestar contra la UE.

¿Pobres contra ricos?

Al otro lado se encuentran los receptores netos, como Polonia, Hungría o Grecia, que rechazan recortes y exigen más recursos y solidaridad. La respuesta de Rutte: durante la crisis financiera, la UE apoyó a Grecia, Chipre, Irlanda, Portugal y España con créditos millonarios. El premier holandés ahora exige que esos riesgos estén, en el futuro, vinculados a condiciones más estrictas. "El apoyo a los Estados con una deuda insosteniblemente alta solo puede ser considerado si los tenedores de bonos estatales participan del rescate mediante la reprogramación de la deuda", dice. Para Rutte "sería injusto pedir a los contribuyentes de otros países que paguen la cuenta cuando los inversionistas privados dejan de tener suerte".

El gobierno populista de Italia va en una dirección totalmente opuesta. El déficit presupuestario crece, las deudas también. El Movimiento 5 Estrellas es de la idea de que Italia, que aporta 2.000 millones de euros netos a los fondos de Bruselas, pone demasiado dinero, y que los otros estados de la UE deberían asumir o financiar la deuda italiana. Para varios, el lema es "Mi estado primero". En ese escenario, será difícil encontrar un compromiso en la distribución de fondos y en la solidaridad.

El primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, ingresando a la cumbre de la UE en Bruselas en octubre de 2018.
El primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, ingresando a la cumbre de la UE en Bruselas en octubre de 2018. Imagen: picture-alliance/dpa/F. Seco

"No hay acuerdo en temas claves"

La capacidad de conciliar posiciones ha sufrido mucho en la UE en los últimos años, debido en parte a las crisis financiera y de migración, opina Emmanouilidis. "Si miras con detenimiento, verás que la unidad se está desmoronando rápidamente, que no hay consenso sobre temas centrales y que no existe la posibilidad de encontrar un compromiso", dice el experto a DW. El crecimiento de los partidos de ultraderecha en los países con economías más débiles, aunque no exclusivamente en ellos, hace que el problema no sea más fácil de resolver, dice el investigador Karel Lannoo, del Centro para Estudios Políticos Europeos en Bruselas. "El atractivo que generan los populistas de derecha está, en muchos casos, vinculado con las grandes diferencias que existen entre los pobres y los ricos. Eso se ve con seguridad en Italia. También en Grecia y Chipre, y algo menos en España".

El primer ministro holandés, uno de los jefes de Estado con más años de servicio en la Unión Europea, ha hecho una observación diferente. Portugal y España lograron salir adelante gracias a las medidas de rescate de la UE. Esto muestra que el problema que hace las diferencias en la UE no es geográfico, sino de acción política. Oettinger quiere tener en cuenta otro criterio en las negociaciones venideras, que decidirán el uso de un bimillón de euros en los próximos siete años: los desembolsos deberían estar vinculados al respeto al estado de derecho y a la cooperación en política migratoria. Polonia y Hungría rechazan esta propuesta, porque en tal caso verían recortes en los subsidios.

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