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Director del memorial Auschwitz pidió un indulto a Nigeria

Magdalena Gwozdz-Pallokat
3 de diciembre de 2020

La propuesta del director del monumento de Auschwitz-Birkenau es sencilla: pide voluntarios para cumplir prisión por el pequeño Omar Farouq, condenado por blasfemia. Su propuesta ha suscitado una ola de solidaridad.

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Imagen: picture-alliance/dpa/M. Skolimowska

Solo tiene 13 años y tiene que pasar toda su juventud en una cárcel nigeriana. Al parecer, Omar Farouq se peleó con un amigo el pasado verano y "ofendió" a Alá en el fragor de la discusión. No se sabe mucho más sobre el incidente. Piotr Cywiński, director del monumento conmemorativo de Auschwitz, se enteró casualmente del destino del joven a través de un conocido

Poco tiempo después, una empleada del monumento conmemorativo fue distinguida por su carrera científica dedicada a los niños del campo de concentración de Auschwitz y a Cywiński se le ocurrió una idea. Recordó la visita efectuada años atrás por el presidente de Nigeria y decidió escribirle una carta para pedirle el indulto del muchacho. Pero no solo eso. También propuso cumplir él mismo un mes de condena por el joven y encontrar a 119 voluntarios más dispuestos a hacer lo mismo: pasar un mes de prisión en Nigeria. En total 120 meses de condena para cumplir los años a los que fue sentenciado Omar Farouq.

Expectativas superadas

Cywiński escribió la carta en septiembre y lo que ha sucedido desde entonces ha superado sus expectativas. 300 personas de todo el mundo se pusieron en contacto con él, entre otros, estudiantes, desempleados, jueces, intelectuales y muchos más. "Recibimos mensajes por todas las vías: llamadas, correos electrónicos, cartas. También se han dirigido a mí personas en la calle para darme en mano un papel con su número de teléfono", relata Cywiński a DW.

En la lista de aquellos que se ofrecen voluntariamente a ir a una cárcel nigeriana, figura también el nombre de Igor Tuleya, uno de los jueces más destacados de Polonia, al que recientemente una nueva "cámara disciplinaria" le ha retirado la inmunidad con el fin de liberar el camino para llevar a cabo un cuestionable proceso contra él. Tuleya explica a DW que lo que le motiva del caso Farouq es un sentido de la justicia no necesariamente de índole profesional: "Este caso me ha conmovido mucho. La sentencia no guarda proporción alguna con el hecho que se le imputa. Las injusticias ocurren y hay que tratar de ayudar y cambiar el curso de las cosas", dice Tuleya, que entiende la iniciativa como un "grito de protesta", cuya dimensión simbólica puede llegar a ser efectiva. "Tal vez haga reflexionar a quienes han condenado a un niño. Hay que confiar en que nuestro grito hará caer muros", agrega Tuleya.

Polen Warschau Protest gegen Justizreform | Igor Tuleya
Igor Tuleya es un destacado juez polaco. Imagen: Imago Images/newspix

Dar al "Me gusta" y a "Compartir" no basta

Pero, hasta ahora, la única respuesta es el silencio. El presidente de Nigeria no responde a la misiva de Cywiński, quien recalca que no se trata tanto de recibir contestación como de hacer algo concreto. "Cada vez nos encerramos más en una cultura en la que creemos que basta con darle al botón de 'Me gusta' o al de 'Compartir', y que somos buenos porque nos ponemos del 'lado bueno'. Yo quería mostrar que a veces hay que hacer algo más que un click”, continúa Cywiński.

Piotr Cywinski | Direktor Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau
Piotr Cywinski, director del monumento conmemorativo de Auschwitz.Imagen: Beata Zawrzel/NurPhoto/picture-alliance

Cywiński, director del monumento conmemorativo de Auschwitz desde hace 14 años, sabe demasiado bien a dónde puede conducir la pasividad y a qué terribles actos fueron sometidos niños a lo largo de la historia del mundo. Todo aquel que haya visitado el lugar que él dirige no olvida las montañas de zapatos de niños que conserva. "Cuando uno trabaja aquí a diario, observa lo que ocurre en el mundo con una sensibilidad mayor", asegura Cywiński, y dice que la asusta la "pasividad" de la civilización occidental, más palpable aún durante la pandemia de coronavirus. "Estamos todos ocupados con el coronavirus y nos ponemos en el papel de víctimas sin darnos cuenta de los dramas que ocurren en el mundo", destaca.

Una luz en la oscuridad

Entretanto, ya se adivina una pequeña luz al final del túnel para el caso de Omar, a través de cuyos abogados Cywiński ha sabido que se negociará la revisión del caso en segunda instancia, lo que abre el camino a que sea juzgado por una instancia superior. "En Nigeria, la Justicia tiene un doble rasero. Oficialmente, es un país secular en el que prevalece una sistema de leyes basado en el inglés, pero en los estados federados también pueden aplicarse leyes tradicionales, aunque normalmente solo en el ámbito civil”, explica Thomas Mösch, director de la redacción hausa de Deutsche Welle. El sur del país está mayoritariamente habitado por cristianos, mientras que en el norte dominan los musulmanes. Mösch señala que en el año 2000 se introdujo la sharía en el ámbito del derecho penal en muchos estados del norte, entre otros Kano, en el que vive Omar Farouq, aunque si bien eso es permisible constitucionalmente, es algo controvertido en la propia Nigeria. 

"Desde entonces, se tolera y así somos cada vez más testigos de sentencias muy duras de tribunales de sharía locales, pero que, por lo general, pueden ser anuladas en instancias superiores a más tardar cuando los procesos acaban en el sistema legal nacional", dice Mösch, quien agrega que, hasta la fecha, casi ninguna de las condenas en base a la sharía ha podido ser implementada.

Según él, los jueces de las provincias están a su vez bajo presión de la población local, cuyo ánimo a menudo se crispa. Mösch está convencido de que la solidaridad internacional, como la iniciativa de Polonia, tiene repercusión en Nigeria y puede contribuir a que los casos sean llevados a instancias superiores o que incluso se paralicen.

Un reportero de DW informa desde Kano que Omar y otro joven condenado a muerte por blasfemia están en la cárcel. Si tuviera que cumplir la pena íntegra, cuando Omar salga de prisión tendría 23 años. "Sería un cadáver viviente, si es que aún vive", teme Cywiński. "Saldría libre como una persona a la que se arrebató su infancia y juventud, con todos sus bellos momentos, como enamorarse y otros. Sería un desecho humano", opina el director del monumento conmemorativo de Auschwitz, quien piensa recaudar dinero para financiar una formación a Omar tan pronto como sea indultado. 

(ms/ers)