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PolíticaFederación Rusa

Corte del gas a la UE: el autogol financiero de Rusia

Ashutosh Pandey
30 de agosto de 2023

Hace un año, Rusia detuvo los flujos de gas a la UE a través del gasoducto Nord Stream 1 como castigo por su apoyo a Ucrania. La politización de los suministros de gas ha acabado perjudicando más a Moscú.

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Un trabajador portuario dirige la mirada hacia el buque cisterna "Neptuno", en el puerto industrial de Lubmin, en el Mar del Báltico.
Buque cisterna "Neptuno", en el puerto industrial de Lubmin, en el Mar del Báltico alemán, una unidad flotante de almacenamiento y regasificación de GNL.Imagen: IMAGO/BildFunkMV

Durante más de 50 años, Rusia había sido un proveedor fiable de gas natural a Europa, cumpliendo sus obligaciones contractuales incluso en plena Guerra Fría. Hasta que los primeros tanques rusos irrumpieron en territorio ucraniano el 24 de febrero de 2022. La invasión de Ucrania por parte de Rusia provocó una serie de sanciones occidentales  sin precedentes contra Moscú.

El gas natural ha quedado exento de cualquier sanción formal, a diferencia del petróleo y el carbón rusos, incluso mientras Alemania (que dependía de Rusia por más del 50 por ciento de su suministro antes de la guerra) y otros países se apresuran a independizarse del gas ruso.

Moscú respondió al amplio apoyo de la Unión Europea (UE) a Ucrania militarizando sus suministros de gas al bloque, que antes de la invasión se abastecía de Rusia en más de un tercio de su demanda. La empresa estatal Gazprom cortó arbitrariamente los flujos a través de Nord Stream 1, el mayor gasoducto ruso hacia Europa, antes de cerrarlo indefinidamente hace un año.

Las medidas rusas elevaron los precios del gas en Europa a un máximo histórico por encima de los 343 euros (371 dólares) por megavatio hora a finales de agosto del año pasado, haciendo subir la inflación a niveles históricos. La escasez de gas hizo temer apagones y racionamientos energéticos en el pasado invierno.

Moscú no logró doblegar la capacidad energética de la Unión Europea

Los peores temores no se cumplieron y Europa esquivó una crisis energética en toda regla gracias a un invierno más suave de lo normal, un menor consumo de gas y mayores importaciones de gas natural licuado (GNL) de todo el mundo. "Toda la estrategia rusa ha sido autodestructiva, un completo fracaso", concluye Simone Tagliapietra, experta en energía del centro de reflexión independiente Bruegel, en Bruselas. "El Kremlin pensó que cortando el gas a la UE, el bloque se vería obligado a reducir su apoyo a Ucrania, y eso resultó ser completamente erróneo", dice.

Sin embargo, la convulsión de los mercados del gas obligó a las industrias de alto consumo energético, como la química, la de fertilizantes, la metalúrgica y la papelera, a cerrar fábricas o reducir la producción. En Alemania, la producción de los sectores intensivos en energía se desplomó casi un 20 por ciento respecto a los niveles de antes de la guerra, entre finales de 2021 y finales de 2022.

Aunque los precios del gas han bajado drásticamente en el último año, cotizando este 28 de agosto a 35 euros por megavatio hora, siguen estando muy por encima de los niveles de años anteriores. Las reservas europeas de gas natural están llenas en más de un 90 por ciento, muy por delante del objetivo fijado por la UE para el 1 de noviembre. La región ha sustituido gran parte de los suministros rusos perdidos por gas procedente de EE. UU., Noruega y Qatar.

Rusia dejó de ser actor clave en mercado mundial del gas

Para Rusia, que enviaba dos tercios de sus exportaciones de gas a Europa, la decisión de cerrar Nord Stream fue un autogol, coinciden los expertos.

La cuota de mercado de Rusia en la UE ha caído drásticamente a un 10 por ciento, mientras el país lucha por redirigir el gas sobrante. Las exportaciones rusas de gas por gasoducto a Europa cayeron casi un 60 por ciento, lo que llevó a Gazprom a reducir la producción en una quinta parte. Y se espera que este año caiga aún más.

"Rusia ha perdido su posición como gran exportador internacional de gas, y la ha perdido para siempre", afirma Tagliapietra a DW. Los ingresos por gas cayeron casi un 45 por ciento hasta los 710.000 millones de rublos (6.800 millones de euros) en los cinco primeros meses de 2023, en comparación con el mismo periodo del año anterior, según Bloomberg, que cita datos del Ministerio de Finanzas ruso.

"Si [el presidente ruso Vladimir] Putin planea construir gasoductos hacia China con la misma capacidad que los que van a Europa, tendrá que esperar un par de décadas", explica a DW el analista ruso Mikhail Krutikhin, quien añade que Pekín parece reacio a comprar más gas ruso por ahora.

Compradores europeos de gas ruso "socavan" estrategia de la UE

A pesar de todo, Bélgica, Francia y España compraron volúmenes récord a Rusia en 2022. El aumento de las importaciones de GNL no solo socava el plan del bloque de independizarse de todos los combustibles fósiles rusos para 2027, sino que también ayuda a aportar miles de millones de euros en ingresos para que el Kremlin financie su guerra en Ucrania.

A principios de año, el Comisario de Energía de la UE, Kadri Simson, instó a las empresas de la UE a abstenerse de firmar nuevos contratos con proveedores rusos de GNL, alegando un "riesgo para su reputación".

En cuanto a Moscú, su guerra del gas, que ha llevado a la UE a buscar nuevos proveedores y a acelerar su transición energética, ha dañado permanentemente su estatus de principal proveedor de gas de Europa. "Aunque Rusia pueda ofrecer gas a precios muy bajos en el futuro, los europeos recordarán que puede romper el contrato en cualquier momento por motivos políticos", advierte Krutikhin: "Rusia no es de fiar".

(jov/rml)