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Caso Pegasus: “Los mexicanos han normalizado el espionaje”

Oliver Pieper
21 de julio de 2021

DW conversó con la periodista mexicana Marcela Turati, una de las 15.000 víctimas del espionaje realizado en el país con el programa israelí Pegasus, adquirido por el gobierno del presidente Peña Nieto (2012-2018).

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Marcela Turati, periodista mexicana.
Marcela Turati, periodista mexicana.Imagen: Privat

DW: Señora Turati, ¿cómo se enteró de que fue víctima de espionaje a través de Pegasus?

Marcela Turati: Me enteré unas horas antes de que se publicara el primer reportaje del domingo. Un colega me dijo que estaba en una lista de los teléfonos que fueron espiados aparentemente por el CISEN, la Agencia de Seguridad Nacional de México.

En México, desde 2017 se hizo público el escándalo de los periodistas espiados, varios de ellos colegas y amigos. Por eso, en algunos momentos, con periodistas con los que he trabajado, nos tocaba cada cierto tiempo llevar nuestros celulares a expertos en seguridad digital. Por ejemplo, a una colega se le borraba todo o perdía el control del celular y este empezaba a hacer cosas muy raras o se nos prendía la cámara de la computadora. Nos pasaba a varios al mismo tiempo, pero no pensábamos para nada que era Pegasus. Sabemos que en México hay muchos otros tipos de programas espías, y no solo del gobierno federal, sino también de los gobiernos estatales o diferentes corporaciones.

¿Le sorprendió?

De alguna manera me sorprendió, pero no tanto. Creo que así estamos todos los que salimos en la lista, porque los periodistas en México siempre tenemos una sensación de ser vigilados y espiados. Por ejemplo, en un caso estábamos por sacar una página web sobre fosas clandestinas y cuerpos no identificados que la misma Fiscalía General de la República había dejado sin identificar. Aunque sí tenían las identificaciones, no les avisaron a las familias. Y recuerdo que en 2016, antes de sacar el sitio web, nos hackearon y eso nos llamó mucho la atención. Cuando salió, a la semana nos volvieron a hackear o a intentar hackear.

¿Por qué periodistas como usted están siempre en peligro de ser espiados? ¿Quién se siente incómodo por el trabajo de ustedes?

Yo también me pregunto eso. Ha sido muy poco tiempo para poder revisar lo que pasó. Hubo un tiempo que estuve fuera del país, pero antes de irme, coordinaba un proyecto en un sitio web que investiga masacres de migrantes, pero principalmente investiga los errores que cometió la Fiscalía General de la República y su laboratorio forense. Errores y omisiones por los que los ciudadanos no fueron identificados. Como las masacres de migrantes en Tamaulipas. En ese momento sacamos evidencias que de alguna manera incriminan al gobierno en la crisis de las desapariciones y en la impunidad en esos casos. Estábamos también investigando el caso Ayotzinapa, la desaparición de los 43 estudiantes, y el papel que tuvo el Ejército en ese momento.

Por otro lado, yo he trabajado desde hace muchos años en tratar de articular redes de protección de periodistas. México es uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo. Yo sabía que el Ejército no estaba conforme con lo que yo publicaba y muchas veces también recibí reclamos de personas de la Procuraduría General de la República, que están muy enojadas con los reportajes y que me reclamaban por lo que estaba publicando en esos tiempos.

El programa israelí Pegasus fue adquirido por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018).
El programa israelí Pegasus fue adquirido por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018).Imagen: Octavio Nava/ZUMA Wire/imago images

¿Qué medidas de seguridad tiene que aplicar un periodista en México?

Muchísimas. Depende de cada región, depende de lo que va a cubrir, pero ciertamente desde hace varios años tenemos y hemos tomado muchos cursos sobre seguridad digital y tenemos de alguna manera aprendizaje de plataformas seguras para comunicarnos y qué apps son recomendables para  mandar información de una manera más protegida. También hemos tomado capacitaciones sobre protocolos de seguridad, un poco de mapas de trabajo antes de salir a territorio. Uno tiene que de alguna manera dejar una lista de contactos de emergencia, sabiendo y pensando que le puede pasar algo.

Además de entrenamientos en seguridad psicoemocional, en autocuidado, porque son tantas las amenazas, son tantas las cosas de riesgo que uno ve que empieza a normalizarlas... En resumen, requerimos de seguridad física, digital y emocional para hacer una cobertura. México tiene una cultura de espionaje desde hace muchos años.

¿Le parece que la muerte del periodista Cecilio Pineda tuvo que ver con Pegasus?

No sé. Yo me enteré cuando lo leí, me gustaría saber un poco más sobre ese caso. Pero a mí me gustaría saber quién estaba espiando a Cecilio Pineda, y que se investigue en general su crimen. Quién tenía esos recursos y qué se hace con la información que recaban. En el caso mexicano, que aunque dicen que ya no se hace, me gustaría saber dónde está la información que sí se obtuvo. Quién pagó por ese software y por esa información.

¿Cuál es la sensación en México después de que se hiciera público este escándalo?

Hay una sensación de que la gente ha normalizado el espionaje y entre mis contactos o familia la reacción no fue de gran sorpresa ni de conmoción. Hay mucho silencio. Estamos, como todos, siguiendo las revelaciones. Hay muchos periodistas inquietos, queriendo saber si están ellos en la lista, pero lo tenemos tan normalizado que hay como un silencio y la frase "¿pues qué esperabas, no?" No podía ser de otra manera.

¿Es el presidente López Obrador una de las víctimas más grandes de Pegasus?

AMLO ha prometido que ya no pasa. Pero no tenemos garantías de que no pase, porque no se ha depurado los cuerpos de seguridad ni la Fiscalía. Muchas de las personas que cometieron esto puede que sigan trabajando ahí porque se le está dando más control al ejército en esta administración. Y sabemos que no se ha transparentado, sobre todo después de que el diario El País haya informado de que México volvió a comprar ese tipo de sistemas. Por eso hay organizaciones que están pidiendo que se informe cómo va la investigación que se abrió en 2017. Y que se pueda crear una comisión para que los periodistas y defensores espiados puedan participar e investigar los alcances que tuvo este escándalo. 

¿Se puede sacar algo positivo de todo esto?

Al menos esto pone presión para que se transparente el escándalo. Como vemos que es un escándalo internacional, nos hace mirarnos y mirar que esto no es normal; que tener tantos espiados es un escándalo internacional y que no tenemos que acostumbrarnos a eso. Y una vez más el periodismo de investigación y estas alianzas globales son las que han dado luz a temas de justicia global. En el caso de México, ayudan a develar una parte de este escándalo. En México todavía falta que la gente lo considere un escándalo.