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Alto el fuego en Siria, la cuenta atrás continúa

Erkan Arikan
23 de octubre de 2019

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y el ruso, Vladimir Putin, acuerdan prolongar el alto el fuego en cinco días, 150 horas más. Esto beneficiaría, sobre todo, a Erdogan, dice Erkan Arikan.

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Militärischer Konflikt in Nordsyrien
Imagen: picture-alliance/dpa/AP/C. Ozgul

Resulta extraño que algunos canales de noticias turcos mostraran una cuenta regresiva en la esquina superior de sus pantallas de televisión. La nación pudo ver cuándo se acababan las 120 horas que duró el alto el fuego. Las retransmisiones especiales, expertos militares y asesores políticos se volcaron en hacer suposiciones sobre los resultados de las conversaciones turco-rusas en Sochi. Durante más de seis horas, Recep Tayyip Erdogan y Vladimir Putin negociaron sobre los pasos a seguir en el norte de Siria.

La cuestión es ahora si los jefes de Estado tuvieron en mente a la gente en Siria o solo a sus propios intereses. Está claro que la milicia siria de las Unidades de Protección Popular (YPG, por su siglas en kurdo), consideradas como la fracción siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y clasificada como una organización terrorista, no pudo ni puede oponerse a la supremacía militar turca. La YPG tiene ahora 150 horas, es decir, aproximadamente seis días, para retirarse hasta 30 kilómetros hacia el interior del país.

Para Erdogan, dicho acuerdo es un éxito. Al comienzo de la operación "Primavera de la Paz", su objetivo fue exactamente establecer esa zona de protección de 30 kilómetros. Dos cosas son sorprendentes al respecto: primero, que ambos países quieren enviar patrullas a la zona este miércoles (23.10.2019), a diez kilómetros al este y al oeste de la zona operativa del Ejército turco. Por otro lado, el hecho de que el presidente estadounidense, a menudo excesivo a la hora de comunicarse, guarde silencio al respecto.

Erkan Arikan, jefe de la redacción turca de DW.
Erkan Arikan, jefe de la redacción turca de DW.Imagen: DW/B. Scheid

Sin antiguos aliados

No hay duda de que las YPG han sido importantes aliadas de Estados Unidos en los últimos años para luchar contra el "Estado Islámico" (EI). Tampoco se puede negar que los militantes islamistas del EI fueron casi expulsados de la región. Independientemente de si hay una pugna entre el Congreso y Donald Trump en EE. UU., el presidente estadounidense dio vía libre a Erdogan, tras retirar las tropas estadounidenses de la región. En Ankara se rumoreaba una y otra vez cuándo podría tener lugar una ofensiva militar turca.

Los expertos coinciden en que el presidente turco recibió el "OK" de Trump y Putin para enviar sus militares al norte de Siria. Erdogan quiere desesperadamente esta zona de seguridad y la va a obtener. De momento es irrelevante si esta se extiende a través de la frontera de 400 kilómetros entre Turquía y Siria o solo abarcará 120 kilómetros de largo, como se rumorea. Lo más importante es que el mayor número posible de refugiados sirios en Turquía regrese a territorio sirio, porque ese es el plan del presidente turco.

Sin embargo, lo que no se tiene en cuenta es que él quiere reubicar a los árabes sirios en dicha zona de seguridad. Se ignora por completo qué sucederá con los kurdos como tampoco se desconoce cómo reaccionará el cuarto actor en el conflicto, Irán, ante el acuerdo entre Rusia y Turquía. Teherán ciertamente no permitirá que Erdogan frene su influencia en Siria.

Amplio apoyo en la población turca

Desde el comienzo de la ofensiva militar el 9 de octubre, el apoyo entre la población turca ha sido considerable. Erdogan ha dividido claramente a la oposición con la intervención del Ejército, porque incluso el partido más grande de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), manifestó su apoyo a los soldados turcos. El Partido Democrático de los Pueblos (HDP) pro-kurdo estuvo, por supuesto, en contra. El presidente turco, una vez más, ha matado numerosos pájaros de un tiro. No existe una oposición unificada, y el sentimiento negativo hacia la población kurda y los refugiados sirios está aumentando. Erdogan es consciente de que no solo la población conservadora islámica lo respaldan, sino también los votantes seculares que harían cualquier cosa por la integridad territorial de su país.

De esta manera, el presidente turco logra que se olviden, durante otras 150 horas del alto el fuego, de los verdaderos problemas del país: la pobreza, una economía deteriorada y el desempleo, especialmente entre los jóvenes. El amor por la patria los une a todos. Incluso a aquellos que, en otras circunstancias, nunca hablarían entre sí.

(rmr/jov)

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